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martes, enero 12, 2010

Museo del automóvil prepará Ángel Jove Capellán.



La trayectoria empresarial de Ángel Jove Capellán (La Coruña, 1939) comenzó a fraguarse en el taller de carpintería paterno, cuna en la que se curtieron tanto él como su hermano Manuel (fundador de Fadesa).

Con apenas 20 años, dejó atrás el nido familiar para fundar su propia empresa, Ángel Jove Construcciones, la primera piedra del grupo constructor. Además de estrenarse en el por entonces prometedor negocio del ladrillo, el emprendedor gallego probó fortuna en el sector del consumo, con la apertura del primer autoservicio de su ciudad natal, en la Plaza de Lugo. “A los 25 años, ya tenía tres hijos y un Mercedes”, recuerda con orgullo.



Con el paso de los años, la actividad de la compañía continuó diversificándose. La promoción inmobiliaria, la construcción de centros comerciales y los geriátricos fueron incorporándose a la cartera de servicios. Y llegó el turno de los hoteles. Jove admite sus reparos iniciales: “Una noche en Antequera, después de ver un centro comercial, me enseñaron el hotel de Motril. Lo vi con una linterna a las 11 de la noche, pregunté de qué banco era y lo compré pensando en convertirlo en residencia gerontológica”.



El empresario se lo pensó dos veces y, “aunque tenía mucho miedo al turismo, decidí abrirlo como hotel, y como vi que no era mal negocio, fui inaugurando otros establecimientos”. La aventura hotelera de Ángel Jove cristalizó en un ritmo de aperturas de 1,5 hoteles al año y en lo que hoy es la cadena Elba, con 13 establecimientos de tres, cuatro y cinco estrellas en Canarias y Andalucía.



Masificación

Su percepción del sector hotelero apunta hacia el exceso. “Sucedió lo mismo que con las granjas de cerdos. Me metí en ese negocio porque tenía mercado, pero había mucha competencia y cerramos. Con el turismo ha pasado lo mismo, se puso de moda y todo el mundo se metió a hotelero, pero la situación real es que hay una gran masificación y sobran habitaciones”, destaca Jove.



La cartera de servicios no termina en los hoteles, puesto que Anjoca, nombre del conglomerado empresarial del emprendedor gallego, también aglutina desaladoras (fueron suyas las primeras que se construyeron en Canarias), autobuses y campos de golf. La efervescencia que ha demostrado a lo largo de su trayectoria empresarial acompaña Ángel Jove en su próximo reto: impulsar el Museo de la Automoción y de la Historia, que albergará la colección familiar de coches antiguos, la mayor de Europa, con más de 300 vehículos.



En 1977, el empresario adquirió la primera pieza de su colección privada, que continuó su hijo Jorge. Tras la muerte de éste, Ángel Jove decidió crear una fundación que llevara su nombre (encargada ahora de impulsar el museo Jorge Jove) y aumentar su colección. Pendiente de que se apruebe un cambio de uso del suelo para arrancar el proyecto, Jove lleva una década restaurando coches antiguos.



El objetivo es que el futuro museo, que contará con más de 107.000 metros cuadrados, trascienda el carácter expositivo y se convierta en un referente didáctico, donde el visitante puede profundizar en la evolución del automóvil y repasar la estrecha relación que une a esta industria con España y Galicia. Las instalaciones, construidas siguiendo criterios de sostenibilidad (la cubierta estará equipada con placas fotovoltaicas), incluirán espacios destinados a usos complementarios. Por ejemplo, una pista técnica en la que se podrán realizar cursos de conducción segura.



Ocio

El Museo de la Automoción y de la Historia es el proyecto estrella a corto plazo para un Jove que afirma que, en estos años, no ha perdido gran cosa en ocio y diversión. Aunque admite que consagra entre 15 y 20 días al año al sol y a los barcos, otra de sus pasiones, el fundador y presidente de Anjoca explica que “el trabajo es mi mayor diversión. Disfruto haciendo lo que hago y no puedo estar parado un domingo”.



En su caso, el compromiso está estrechamente ligado al trabajo diario. “Soy muy importante. Hay 1.600 empleados que dependen de mí y eso me llena de satisfacción; lo afronto con mucha responsabilidad, ya que si me abandono estaría castigando a mucha gente”, matiza.



Por eso, Jove sigue al pie del cañón, rebatiendo los efectos de una recesión económica que, en su opinión, “no es comparable a la crisis industrial que vivimos en los años setenta”; y reconoce que la tabla de salvación ha sido tener un negocio diversificado. “No nos hemos centrado únicamente en el segmento inmobiliario y eso nos está ayudando a aguantar mejor, siempre que está situación no se prolongue mucho porque, si no, no quedará nadie”.



Anjoca cerró el ejercicio correspondiente a 2008 con una facturación de 120 millones de euros y un resultado bruto de explotación (ebitda) de 30,3 millones.



Para 2009, “la previsión es cerrar en los mismos niveles, en torno a 110 millones de ventas”, asegura Jove. La promoción aporta un 30%, mientras que el 70% restante corresponde, fundamentalmente, a la hotelería y los centros comerciales. “No queremos grandes beneficios, sino generar trabajo y recuperar la inversión”, añade.



Por este motivo, la compañía ha pisado el freno y ha paralizado proyectos en México y Marruecos para centrarse en España. En la agenda de Jove, figuran dos retos: capear el temporal y profesionalizar la firma. “La familia seguirá en el accionariado, pero es el momento de pasar de estar pendiente de todo a delegar más en mi equipo”, señala.

Publicado en Expansión el 11-01-2010 , por Yovanna Blanco

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