Las marcas son en primer lugar, palabras. Con distintos significados para distintas funciones que le asignemos. Siempre es más fácil hacer negocios cuando se cuenta con una marca reconocible. Pensemos en BMW o en Coca-Cola, por ejemplo. Sólo mencionando estos nombres sirve para evocar a millones de personas en todo el mundo con una percepción y una expectativa inmediatas de lo que representa la empresa. Existe una relación emocional entre el cliente y el nombre de la empresa.
Lo que nosotros consumimos habitualmente son marcas. Éstas están en los productos, en los hogares, en los medios de comunicación, en la calle y en donde nos imaginemos, cada vez en Barcelona quedan menos lugares para no poner marcas.
Si la marca es sólida, bien posicionada no se precisa una comercialización tan prolongada larga ni tan intensa. Los clientes saben lo que representa antes de que se les plantee una propuesta.
Según la Asociación Americana de Márketing, marca es un nombre, un término, una señal, un símbolo, un diseño, o una combinación de alguno de ellos que identifica productos y servicios de una empresa y los diferencia de los competidores. Pero, la marca no es un mero nombre y un símbolo, ya que, actualmente, se ha convertido en una herramienta estratégica dentro del entorno económico actual.
Esto se debe, en gran medida, a que se está pasando desde la mera comercialización de productos hacia la necesidad de comunicación empresarial y, dentro ésta, el paso desde la transmisión de los aspectos materiales del producto al énfasis en sus aspectos inmateriales y emocionales, debido principalmente a la saturación de los mercados, a la necesidad de expresión personal y social a través de las marcas y/o a la necesidad de dirigir productos a segmentos cada vez más específicos.
Por lo tanto el dependiente de comercio o el comercial que representa a esta marca no requerirá esfuerzos importantes para producir la venta, la demanda ya se genero pero puede caer en ser un levanta pedidos y perjudicar así a la empresa que lo contrata al no producir nuevas ventas o aumentar pedidos por solo estar motivado a escuchar lo que le piden.
Para el consumidor, los productos no nacen en la fábrica, sino en el lugar de compra. Las marcas nacen con los productos. Pero muchas perduran en el tiempo más que el producto o servicio mismo.
Las marcas nacen como una identificación de un producto o servicio, pero algunas traicionan esta identificación y se vuelven genéricas. En lugar de identificar exclusivamente un producto, identifican indistintamente todo un género de productos, que además son sus propios competidores. Sin quererlo, la marca se ha hecho genérica. Ya no identifica el producto que la lanzó, sino a todo un género de productos.
Tomamos un Colacao, y quizás nos ofrece un soluble de cacao de otra marca. Bambas es genérico de calzado deportivo originario de una marca, Chiruka es genérico de calzado de montaña.
En la marca estamos representando todas las promesas de beneficio que le hacemos a nuestros clientes actuales y consumidores potenciales, nos enfrentamos a algo subjetivo de si podremos cumplir esas promesas. Si se cumple el vínculo emocional hará que contribuya con una mayor fidelidad de nuestros clientes.
Recordar siempre a la hora de determinar una estrategia de marca: las que tienen significado son aquéllas que hacen promesas. A través de nuestra experiencia con la marca, ésta se vuelve verdadera y la promesa se materializa. La experiencia precede a la marca. La promesa cambia en función de la experiencia del usuario. La mayoría de las empresas funcionan así. Es la interacción, la dinámica entre la promesa de la empresa y la experiencia del cliente lo que me intuye será “el marketing de los próximos años”.
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