Cuando sobran más de un millón de jamones, comer no puede salir muy caro. Y sobran. Un exceso de producción ha provocado que desde 2007 los precios del pata negra se hayan desplomado un 50%. Y con la caída a los infiernos de la pezuña más deseada extraña menos que nunca que el Ministerio de Industria documente un desplome generalizado de los precios de casi todos los alimentos. Echarse al buche una cazuela de merluza con pimientos verdes sale hoy un 18% más barato que hace un año. Y eso son muchos euros para estos tiempos de bolsillos apretados.
Lo mejor es que el ahorro no es solo cosa de merluzas y pimientos. Saborear unas anchoas del cantábrico regadas con el inimitable aceite de oliva mallorquín es hoy un 12% más económico que cuando el calendario vestía de 2008, gracias a que tanto la anchoa como el aceite figuran en las lista de los alimentos más afectados por el descenso de precios. Pocos manjares se libran. Y entre ellos no está otro clásico mallorquín: el tomate, que entre en el ránking de los cinco que más se han abarato tras bajar su valor casi un 10% en apenas un año. Lo mismo ocurre con el resto de ingredientes de la ensalada y la inmensa mayoría de la fruta. Solo el plátano de Canarias rompe tendencia, con una levísima subida. Entre los alimentos frescos, los únicos que ganan cache son las chirlas, la ternera, el salmón y los mejillones. Pero lo hacen con timidez. Una buena olla de mejillón gallego al vapor sale hoy solo un 1,6% más caro que hace un año. Y eso son apenas nos céntimos más para una cesta de la compra a la que ya no le sale caro ni el jamón.
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